En la dictadura franquista, las Santas Misiones fueron uno de
los elementos ideológicos fundamentales, como instrumento para recristianizar a
toda la nación española.
Discrepo en algunos puntos que hace referencia la doctora en
Historia Virginia López de Maturana en su informe sobre la construcción de la
cruz de Olarizu.
No es cierto que dicha cruz se construyese con un sentido
religioso, porque en aquellos años el franquismo estaba por encima de cualquier
opción religiosa. La iglesia católica y el régimen impuesto iban siempre
unidos.
Aunque es cierto que la cruz quería recordar a la Santa
Misión, no es verdad que hubo tal acto multitudinario en el que se volcó toda
la ciudad. Ni siquiera se llego a inaugurar como comento después.
Yo que soy ya mayorcito, he conocido a personas, tanto
religiosas como políticas (si así se les puede llamar a los que voy a nombrar)
que tuvieron que ver con la construcción de la cruz de Olarizu y que la doctora
en Historia saca a relucir en su informe.
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Yo
conocí las llamadas Santas Misiones en la década de los 50 y viví a mis ocho
añitos como nos obligaban a ir del colegio a la “capilla del Prado” donde
además de la misa, nos obligaban durante más de una hora a hacer ejercicios y
canciones, todo ello dirigido a inculcarnos aquel régimen nacional-católico.
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Yo
conocí a los tres vitorianos que hace mención la doctora en los que se centra
para afirmar que la iniciativa de la construcción de la cruz tuvo un sentido
religioso. Los tres eran conocidos de mi aita y dos de ellos compañeros en el
deporte de la montaña. El tercero, Luis, estaba ligado a las misiones
diocesanas vascas, cuyo compromiso misionero estaba ligado a America Latina,
Ruanda y Angola pero nada tenía que ver con la Santa Misión.
Los tres eran católicos y buenas
personas pero muy vulnerables y como la mayoría, en aquella situación de
represión franquista, dispuestos a realizar la propuesta que tuvo que ver con
la construcción de la cruz, acompañada de presiones del régimen que a través
del gobernador civil de Alava y jefe provincial del movimiento Luis Martín Ballestero,
que obligaba al arquitecto Emilio Apraiz a grabar en la cruz los nombres de los
curas alaveses ligados al régimen franquista. Ante tales imposiciones la cruz
de Olarizu nunca llego a inaugurarse.
Estos tres vitorianos, viendo lo que
significaba la cruz en la que tuvieron una parte importante, quedaron
convencidos que la finalidad que le dio el régimen franquista conmemorando la
Santas Misiones no tenía que ver con la propuesta que ellos hicieron para
levantar la cruz. Tampoco podían levantar su voz en contra, ya que la situación
en aquellos años cincuenta, en plena represión, se jugaban la cárcel y todo lo
que les podría venir después como ocurrió con otros muchos alaveses con ideas
contrarias a dicho régimen.
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Yo
conocí a José María Bueno Monreal, aquel obispo que bendecía los aviones
franquistas y aliados en el viejo aeropuerto de Salburua en la mal llamada
“guerra civil” española y que, en nombre del obispado, aprobaba levantar la
cruz de Olarizu.
Fue el que me dio la primera “ostia”
en la primera comunión a mis siete añitos.
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Yo
conocí a Bruno Ruiz de Apodaca, que no aparece en el informe de la doctora de
historia, pero me consta que, a sus 50 años, también colaboró y tuvo que ver en
el proyecto y la colocación de la cruz de Olarizu.
Este personaje es conocido en la
hemeroteca como el “asesino franquista alavés”. Era el que en los años de
represión fascista capitaneaba las salidas nocturnas de las prisiones y el
mismo se jactaba de haber matado a 108 republicanos en la represión tras la “guerra
civil”.
Dice la doctora en Historia que la cruz de Olarizu “fue
reconvertida en un memorial político y no religioso”. En aquellos años, el
régimen de la dictadura no admitía signo político alguno, por tanto se trataba
de un memorial fascista y dictatorial.
No puedo estar de acuerdo con lo que dice la doctora en
Historia: “que figuren los nombres de todos los sacerdotes de la diócesis de
Vitoria que fueron asesinados durante la Guerra Civil por ambos bandos”.
Ni hubo guerra civil ni hubo dos bandos. Lo único que hubo
fue un alzamiento militar en contra de la república elegida democráticamente
por el pueblo, con una represión posterior en la que hubo miles de asesinatos
por el régimen franquista de los que todavía hay una gran parte sin aparecer.
Por todo lo expuesto en lo que la cruz de Olarizu representa,
mi propuesta es que la misma sea demolida y en su lugar se cree un lugar de
memoria a través de un pequeño monumento en el que se haga referencia a todos
los que fueron asesinados por la dictadura franquista (fuesen sacerdotes a o
no).
06.04.2018
Josemari López de Arbina
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