lunes, 15 de mayo de 2023

KUTZEMENDI

 





BOLETÍN OFICIAL DEL PAIS VASCO.

RESOLUCIÓN de 16 de octubre de 1995, del Viceconsejero de Cultura, Juventud y Deportes, por la que se incoa expediente para la declaración de Bien Cultural Calificado a favor de la Zona Arqueológica del Poblado de Kutzemendi en Vitoria-Gasteiz (Álava), con la categoría de Conjunto Monumental. La Comunidad Autónoma del País Vasco, al amparo del artículo 148.1.16.º de la Constitución y a través del artículo 10.19.º de su Estatuto de Autonomía, asumió la competencia exclusiva en materia de patrimonio cultural, así como el cumplimiento de las normas y obligaciones establecidas por el Estado para la defensa del mismo contra la exportación y la expoliación, de acuerdo con el Real Decreto 3069/1980, de 26 de septiembre. Como fruto de dicha competencia exclusiva en materia de patrimonio cultural, el Parlamento Vasco aprobó la Ley 7/1990, de 3 de julio, del Patrimonio Cultural Vasco. Esta Ley rige los procedimientos de declaración de Bienes Culturales Calificados de la Comunidad Autónoma Vasca. Visto el interés arqueológico que presenta el Poblado de Kutzemendi sito en Vitoria-Gasteiz y, atendiendo a la solicitud presentada por la Diputación Foral de Álava y a la propuesta de resolución elaborada por los Servicios Técnicos de Patrimonio Cultural, RESUELVO: Primero.– Incoar expediente de declaración como Bien Cultural Calificado, con la categoría de Conjunto Monumental, a favor de la Zona Arqueológica del Poblado de Kutzemendi en Vitoria-Gasteiz, conforme a la delimitación que se establece en el Anexo I de la presente Resolución. Segundo.– Establecer como medida cautelar y urgente de protección del yacimiento arqueológico la prohibición de utilizar la zona delimitada para actividades relacionadas con el motociclismo. Tercero.– Continuar la tramitación del expediente, de acuerdo con las disposiciones en vigor. Cuarto.– Hacer saber al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, así como a los Departamentos de Cultura y de Urbanismo de la Diputación Foral de Álava que toda actuación u obra a ejecutar sobre esta zona arqueológica deberá contar con autorización de la Diputación Foral, previa presentación del proyecto arqueológico, conforme a lo establecido en el artículo 45 de la Ley de Patrimonio Cultural Vasco. Quinto.– Notificar la resolución al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y a los Departamentos de Cultura y de Urbanismo de la Diputación Foral de Álava, así como al Departamento de Ordenación del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente del Gobierno Vasco. Sexto.– Publicar la presente Resolución en el Boletín Oficial del País Vasco y en el Boletín Oficial del Territorio Histórico de Alava para su general conocimiento. En Vitoria-Gasteiz, a 16 de octubre de 1995. El Viceconsejero de Cultura, Juventud y Deportes, JOSÉ MARÍA AGIRRE ESKISABEL.


EL NUEVO PLAN DE ORDENACIÓN URBANA DE VITORIA-GASTEIZ NO INCORPORA NINGUNA MEDIDA DE PROTECCIÓN DEL POBLADO-CASTRO DE KUTZEMENDI, PERO SÍ LO HACE CON LA CRUZ FRANQUISTA ERIGIDA EN 1952. SIN IRNOS MUY LEJOS LOS RESTOS ROMANOS DE ARKAIA GOZAN EN EL MISMO PGOU DE LA MÁXIMA PROTECCIÓN ARQUEOLÓGICA. A NUESTRO EQUIPO DE GOBIERNO PNV-PSE SE LE VE EL PLUMERO.

ARMANDO LLANOS

DIRECTOR DEL INSTITUTO ALAVÉS DE ARQUEOLOGÍA

Si pudiésemos volver atrás en el tiempo 2.800 años, desde la altura del monte de Kutzemendi veríamos a nuestros pies una serie de leves columnas de humo que se elevaban desde las casas de pequeños poblados que se asentaban a nuestros pies. Así se localizaban en lo que hoy son Atxa, Salvatierrabide, Zabalgana o Arkaia. Entre todos ellos destacaba este monte por su presencia en alto, con una posición dominante. ¿Pero quien vivía en ellos? Se trataba de unas gentes de origen transpirenaico, que llegaron a nuestro territorio en distintos momentos de la Edad del Hierro. A estas se sumarían algo más tarde otros grupos, esta vez de procedencia peninsular, asentándose en él definitivamente. Entre todos ellos crearon este gran poblado de Kutzemendi. Pero conozcamos algo más de él.

Después de permanecer en el más absoluto olvido durante unos miles de años, su descubrimiento en 1926 como yacimiento arqueológico fue fruto de las prospecciones de José Miguel de Barandiaran. Los resultados de las primeras intervenciones son de ese mismo año, llevándose a cabo otras excavaciones arqueológicas en 1950, por Gratiniano Nieto, Domingo Fernández Medrano y Basilio Osaba, y en 2000, por Idoia Filloy y Eliseo Gil. Gracias a estos trabajos disponemos de algunos datos que nos hablan de este poblado y de sus gentes.

Se extendía sobre toda la parte alta del monte, en una gran extensión, algo así como lo que hoy ocupan más de diez campos de fútbol.

Las excavaciones de 1950 se centraron en varios puntos del poblado, poniendo al descubierto los restos de las zapatas de los muros de piedra que correspondían a las viviendas. Sus formas variaban, siendo algunas, las más antiguas, de trazados circulares y otras, las más recientes, de plantas rectangulares. Sobre estos muretes se levantaron las estructuras de madera, cerrándose las paredes con trenzados de ramas recubiertas de barro, o con adobes, y techándose con cubiertas vegetales. Una potente modificación del terreno, aterrazándolo, les permitió establecer sobre ellas las viviendas de una forma ordenada. Este gran esfuerzo constructor se completó con una potente muralla que rodeaba el poblado, protegiéndolo allí donde el terreno presentaba una defensa natural más débil. Tenía un espesor de cuatro metros, consistente en un relleno de tierra, y un forro de mampuestos de piedra con una altura estimada de entre cuatro a cinco metros, rematados con un adarve de madera. Esta imagen, fácilmente visible desde lejos, le otorgaba el carácter de un poblado de prestigio.

Pero conozcamos mejor cómo desarrollaban su vida. Dada la escasa superficie excavada, no fueron muchos los datos obtenidos, pero sí los suficientes, sumados a los ya conocidos en otros poblados de la misma época, para permitir esbozar una visión del desarrollo de la actividad en éste. En su interior aquellas gentes llevaban una vida bien estructurada socialmente, que giraba entre su dedicación al pastoreo y la ganadería, y algo más tarde a la agricultura, asegurándoles su manutención e incluso el ingreso de ciertos recursos económicos. A esto se añade su carácter de artesanos, como buenos fundidores de bronce y forjadores del hierro, además de hábiles ceramistas y trabajadores de otros materiales, como los derivados del hueso o los textiles. De ello dan fe los hallazgos de fíbulas (imperdibles), agujas y anillo, espuela, material de bronce en bruto, pesas de telar, etc.

La presencia de materiales romanos fuera del poblado, en la zona sur, en una altura que dominaba la entrada de este castro, nos sugiere un posible control campamental. A partir de este momento se perdieron los datos sobre la ocupación de este importante núcleo que, posteriormente ya en la Edad Media, aprovechó su estratégica situación para levantar un castillo. Así, este lugar poblado de forma continuada durante cerca de mil años, puede considerarse como el primer núcleo organizado que precedió a la creación de Gasteiz.






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